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La ciencia debe «dejar de lado a los derechos de autor»

por Richard M. Stallman

 [Imagen de un ñu filosófico]


Este artículo apareció en los Nature Webdebates en el 2001.

Debería ser obvio que la literatura científica existe para diseminar el conocimiento científico, y que las revistas científicas existen para facilitar el proceso. De esto se desprende que las reglas para usar la literatura científica deben ser diseñadas para ayudar a alcanzar esta meta.

Las reglas que tenemos ahora, conocidas como derechos de autor, se establecieron en la época de la imprenta, un método de producción masiva de copias inherentemente centralizado. En la época de la imprenta, los derechos de autor de las revistas afectaban sólo a las editoriales (requiriéndoles obtener permiso para publicar un artículo) y a posibles plagiadores. Los derechos de autor ayudaron a las revistas para operar y diseminar el conocimiento, sin interferir el trabajo útil de científicos o estudiantes, ya sea como escritores o lectores de artículos. Estas reglas se ajustan bien a ese sistema.

La tecnología moderna para la publicación científica, sin embargo, es la World Wide Web. ¿Qué reglas asegurarían de mejor forma la máxima difusión de artículos científicos, y conocimiento, en la Web? Los artículos deberían distribuirse en formatos no-propietarios, con acceso abierto para todos. Y todos deberían tener el derecho para poder hacer «espejo» de los artículos; esto es, republicarlos idénticamente con la atribución adecuada.

Estas reglas deberían aplicar tanto a artículos pasados como futuros, cuando se distribuyan en forma electrónica. Pero no hay una necesidad crucial de cambiar el sistema presente de derechos de autor tal como es aplicado a la publicación de artículos en revistas, porque el problema no es en ese ámbito.

Desafortunadamente, parece que no todos están de acuerdo con las obviedades con las que empezábamos en este artículo. Muchos editores de revistas parecen creer que el propósito de la literatura científica es permitirles publicar revistas para recaudar suscripciones a científicos y estudiantes. Tal pensamiento es conocido como «una confusión de los medios con los fines».

Su planteamiento ha sido restringir el acceso, incluso a leer literatura científica, a aquellos que pueden y pagarán por él. Usan los derechos de autor, que aún están en vigor a pesar de su impropiedad para las redes computacionales, como una excusa para impedir a los científicos elegir nuevas reglas.

Por el bien de la cooperación científica y el futuro de la humanidad, debemos rechazar este planteamiento desde sus raíces (no meramente los sistemas obstructivos que han sido instituidos, sino también las prioridades erradas que los han inspirado.

Las editoriales de revistas en algunas ocasiones afirman que el acceso on-line requiere servidores caros y de altas prestaciones, y que deben cobrar cuotas de acceso para pagar estos servidores. Este «problema» es una consecuencia de su propia «solución». Otorguen a todos la libertad para hacer de «espejo», y las bibliotecas de alrededor del mundo montarán réplicas para satisfacer la demanda. Esta solución descentralizada reducirá las necesidades de ancho de banda de la red y proveerá acceso más rápido, todo a la vez que se protegen los registros académicos de la pérdida accidental.

Las editoriales también alegan que para pagar a los editores es necesario cobrar por el acceso. Aceptemos la suposición de que los editores deben ser pagados, dejemos que esto no influya en los planteamientos. El costo de edición de un artículo típico se encuentra entre el 1% y el 3% del costo de financiamiento de la investigación para producirlo. Un porcentaje tan pequeño difícilmente puede justificar la obstrucción del uso de los resultados.

En vez de eso, el costo de la edición puede ser recuperado, por ejemplo, a través de cargos por página a los autores que pueden transferirse a los patrocinadores de la investigación. A los patrocinadores no debería importarles, dado que actualmente pagan por la publicación en una forma más engorrosa a través de pagos por adelantado a las bibliotecas universitarias para suscribirse a la revista. Al cambiar el modelo económico para cargar los costos de edición a los patrocinadores de la investigación, podemos eliminar la aparente necesidad de restringir el acceso. El autor ocasional que no está afiliado con una institución o compañía, y que no tiene un patrocinador en su investigación, puede ser eximido de los cargos por página, con costos impuestos a los autores institucionales.

Otra justificación para las cuotas de acceso a las publicaciones online es para financiar la conversión de archivos impresos de una revista a un formato electrónico. Ese trabajo necesita hacerse, pero debemos buscar vías alternativas para financiarlo que no involucren obstruir el acceso al resultado. El trabajo mismo no debe ser más difícil, o costar más. Es auto-derrotarse digitalizar los archivos y perder los resultados al restringir el acceso.

La Constitución estadounidense dice que los derechos de autor existen «para promover el progreso de la ciencia». Cuando los derechos de autor impiden el progreso de la ciencia, la ciencia debe empujar al derechos de autor fuera del camino.


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